Autobiografía lectora de Lola Dávila
Capítulo 16
Puedo decir que desde muy pequeña me interesó la literatura. Mi mamá
tenía la costumbre de,a la hora de dormir, hamacarme con alguna canción y
después leerme un cuento.Al principio, cuando tenía entre cuatro y cinco años,
solíamos leer un grupo de historias tituladas “ Las aventuras de Milagros” de
la escritora argentina Patricia Iglesias Torres.Como bien lo explica su nombre,
los textos relatan las distintas aventuras de Milagros, una niña muy traviesa.
Luego de un par de años, cuando ya podía entender oraciones un poco más
complejas, me gustaban mucho los libros “Donde viven los monstruos” de Maurice
Sendak y “¿A qué sabe la luna?” de Michael Grejniec.
Creo que algunos de los primeros recuerdos que tengo sobre la literatura
en general son las ferias del libro itinerantes de mi colegio, las excursiones
a la biblioteca “La Nube” o comprar cuentos en las librerías de San Bernardo
cuando estábamos de vacaciones con mi familia. Siempre me gustaron los cuentos
de Ricardo Mariño (“Cinthia Scoch” y ”Botella al mar” eran mis favoritos) y Ema
Wolf (“Maruja” y “El náufrago del coco hueco” también jugaron un papel muy
importante en mi lectura infantil). Estos dos autores, de la mano con Maria
Elena Walsh y sus famosas obras (entre las que puedo destacar “Dailan Kifki”
como una de mis favoritas), fueron y siguen siendo mis escritores infantiles
favoritos.Cuando tenía entre nueve y diez años, leí mis primeros libros
policiales y de misterio, géneros que se volverían mis favoritos. Me gustaba
mucho “Los enigmas del inspector Ramírez” de María Brandán Aráoz y “El misterio
del mayordomo” de Norma Huidobro.
La primera vez que leí “El principito” estaba en quinto grado;
recuerdo que me gustó pero no pude conectarme con la historia. Después de
un tiempo, lo volví a leer y el relato tomó un lugar muy diferente al que
ocupó la primera vez. Por esto, considero que es uno de los libros que tuvo, y
sigue teniendo, una gran influencia en mi vida ya que el aprendizaje que me
llevo cada vez que decido leerlo es distinto.
Actualmente, suelo leer novelas en español o inglés, mayormente
policiales o suspenso de los autores Agatha Christie, Arthur Conan Doyle o
Isabel Allende. Mantengo mis libros de manera ordenada en mi biblioteca; la
organizo alfabéticamente entre los autores y sus obras. Siempre me consideré
una lectora de librería y no tanto de biblioteca; de todas maneras, con las
nuevas tecnologías comencé a leer mucho más por el celular.
Normalmente, leo por las noches o en el colectivo. Cuando tengo tiempo
me gusta leer en alguna plaza. Sin embargo, cuando se trata de un texto escolar
obligatorio, necesito estar sola en mi casa para poder comprenderlo debido a
que muchas veces estas lecturas obligatorias tiene un abordaje un poco
confuso.Desde mi punto de vista, la literatura en la escuela tiene puntos
buenos y malos; algunos escritos suelen ser muy interesantes y fomentan la
investigación, no obstante, creo que esta literatura debería ser más amplia y
personal para cada uno de los estudiantes. Cuando quiero destacar algo de un
libro suelo usar post it o lápiz, pero nunca resaltador.
Cuando leo lo hago por diversión o curiosidad; para mi la lectura abre
la mente y deja enseñanzas, nuevos pensamientos y descubrimientos. En mi caso,
un gran ejemplo de esto fue cuando leí “El diario de Ana Frank” por primera
vez. Desde este momento, me envolví en materiales sobre su historia y la
segunda Guerra Mundial.
Como aprendizaje al escribir esto, me gustaría destacar que pude darme
cuenta que no le brindo el tiempo que me gustaría a la lectura; espero poder
mejorar esto a lo largo del año.
Recuperar con esta tarea algunos tramos de este recorrido lector es regresar al punto de partida para comprender cómo, para qué, porqué leemos o no leemos y perseverar en el andar o encontrar la senda para empezar la aventura apasionante de la literatura. Hay razones para leer o para no hacerlo; sin embargo, siempre, leyendo la vida es más interesante, es muchas. Moverse de época y lugar, jugar a ser otras u otros, expandir la imaginación, el vocabulario, los conocimientos. Por esto, no solo leemos por propia decisión o placer; también lo hacemos por obligación y responsabilidad, para aprender a elegir y a nombrar al mundo y a nosotros mismos, formar el gusto y dejar de leer, si quisiéramos, porque nada más puede hacerlo quien lee.
ResponderBorrarGracias por compartir.