Autobiografia lectora de Lucía Peila :)

Un párrafo de mi vida

Toda la vida me gusto leer y también que otros me lean, el primer recuerdo de un libro que puedo hallar en mi memoria es la imagen de algunos que me leía mi mamá (antes de dormir optaba por leerme algo porque honestamente no canta muy bien), dos de una colección de los looney tunes bebes y otro de un conejito que se preparaba para dormir. El aprender a leer sola fue un determinante en el tiempo que le dedicaba a la lectura, entre los 4 y los 5 podía entender palabras o frases sueltas y a los 6 pude leer un poema de corrido, me acuerdo porque estaba en la casa de mis abuelos volcando todos mis esfuerzos en leer una poesía para chicos del libro “Tiritas” (que todavía conservo) para impresionarlos. 
De ahí en adelante siempre tuve entre mis principales pasatiempos la lectura, las historietas de Gaturro y Mafalda me duraban no más de una semana y también me atraía mucho el humor de Luis María Pescetti o Roy Berocay, con “La aventuras del sapo Ruperto”. Siendo un poco más grande me empezaron a interesar los policiales y relatos de misterio, la interacción entre la narración y la lógica me sedujo tanto que hasta el día de hoy es de mis géneros favoritos y todavía conservo ediciones de Sherlock Holmes que habré leído mínimo unas 5 veces. 
Entrando en la pre-adolescencia el fenómeno de las sagas impregnó en mi grupo de amigas, leyendo los dos últimos años de primaria textos como “Los juegos del hambre”, “Divergente”, “The maze runner”, “Caídos del mapa” entre otros. 
Muchos de estos libros me fueron prestados en función de la cantidad que comprendían las colecciones, por lo que siempre que me piden uno propio no tengo problema en darlo; estos intercambios persisten hasta hoy: en mi biblioteca tengo dos libros de una amiga y ella tiene uno mio que por el aislamiento no pudimos devolver. 
Por lo que se ve siempre dedique mucho tiempo a leer, a pesar de que entrenase un deporte de alto rendimiento desde chica; cosa que desde que entré al secundario cambio un poco, no perdí la pasión y motivación por leer pero al tener más responsabilidades y menos horas de descanso mi nivel bajó mucho, cosa de la que estoy al tanto y trato de modificar desde que sucedió, con poco éxito. Buscando la causa me di cuenta que al estar leyendo cuadernillos y gastando mi energía en resolver tareas y trabajos prácticos del colegio mi mente en la tarde noche no quiere saber nada más con respecto a eso, por lo que suelo recurrir a netflix o youtube en los pocos momentos de descanso que tengo en el día. 
Para romper con este mal hábito de leer poco, todos los días trato de leer algo, usualmente en el balcón de mi casa. En el contexto de vida normal siempre llevaba un libro en la mochila, fuese de 90 páginas o de 600 (mi espalda no está contenta con ello) y solía leer en los trayectos en colectivo hacia las actividades, siempre con auriculares porque sino me da nauseas (aprendí que si mis oídos escuchan que el colectivo se mueve pero mis ojos se mantienen fijos en un punto mi cerebro de alguna forma se “desconfigura” y me da dolor de cabeza). Igual el bus no es una excepción, en cualquier ambiente leo mientras escucho musica tranquila e instrumental, salvo en el colegio donde me es imposible leer cualquier papel porque me desconcentro fácilmente. 
Mientras que crecí y mis niveles bajaron, también se formuló un pequeño “ritual” de lectura que me permite internalizar mucho más lo que leo, siempre marcó frases que me gusten con un post it o si tienen menos relevancia en lapíz, así como otras anotaciones de alguna reflexión o algo que me causo gracia y al terminar el libro pasó todas esas sentencias a papelitos y los pego en la pared de mi cuarto. 
Además, mis gustos se fueron afinando un poco más, como ya dije persistió el amor por los policiales pero a su vez se incorporaron la poesía, los libros políticos e históricos, los textos de psicología y psicoanálisis y las novelas románticas. Estas últimas son las que leo más fácilmente, mientras que los otros me llevan más tiempo porque son más “pesados”. En mi biblioteca se pueden encontrar libros de diversos autores de estos géneros, mucho de John Green, Rainbow Rowell o las excelencias de Galeano y otros autores latinoamericanos como García Marquez o Carmen Soler. 
En un momento intente con “Cuentos clásicos” de Cortázar pero no llegue ni a la mitad del libro, lo mismo me paso con “El fantasma de Canterville” y “El medio pelo” (el último no me disgusto pero para este contexto y con todas las actividades del colegio pendientes no puedo hacer un análisis como me gustaría)
Algo que también afecta en cuanto leo es la lectura obligatoria del colegio, en general no siento que sea muy útil más que para identificar algunos conceptos que están en el programa porque como su nombre lo dice, en la condición de obligatorio no se lee con las mismas ganas y en mi caso particular pospongo cosas que si  quiero leer por primero terminar los de la escuela. Así como también muchas veces me abrió puertas a logros y felicitaciones como la comprensión de “El dragón” de Ray Bradbury en un curso de ingreso donde fui la única que lo entendió entre 40 chicos o incluso la publicación de un texto mío al ganar un concurso del Ecunhi (Concurso ¿Quién apaga las estrellas?) en 2016. 
Para cerrar, con este contexto de aislamiento me propuse como objetivo leer al menos 30 minutos por día (en este momento estoy leyendo "Del amor y otros demonios" de García Marquéz) para mejorar mi ritmo de lectura.

Comentarios

  1. Un escritor que a mí me gusta mucho, José Saramago, dice que leer e imaginar son dos de las tres puertas principales (la curiosidad es la tercera) por donde se accede al conocimiento de las cosas, del mundo, de nosotros mismos. Cuando las abrimos en la escuela, el desafío está en equilibrar placer y deber, en encontrarnos con otros (la lectura sino es siempre en soledad), en ejercer nuestro derecho a pensar distinto y explicar porqué. También se trata de aprender nuevas formas de leer y de escribir.
    Ojalá le encuentres el sentido a nuestro trabajo y no se cierren las puertas.
    Gracias por compartir.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

"Amor añejo" - Lucas del Rio

Autobiografía lectora - Helena Trindade

El papel de helicópteros - Lola Dávila

Autobiografía Lectora de Guadalupe Rodríguez

"Otoño regresivo" - Fermín Theodossiou

El destino esperado - Lucas Bernath

Hojas rotas - Luciana Mattia

Olvidar la memoria - Helena Trindade

Nube poética- Ivo Gnocchini

Madre e hija unidas Amanda Smith